El carnaval correntino no necesita títulos para ser la Capital Nacional
La noticia cayó como un baldazo en pleno septiembre: Gualeguaychú consiguió que su carnaval sea declarado Fiesta Nacional del Carnaval del País. El anuncio, lejos de pasar inadvertido, reavivó viejas discusiones sobre los títulos en torno a la fiesta popular en Argentina. Y como suele ocurrir, en Corrientes el debate encendió pasiones.
Lo primero que hay que dejar en claro es que Corrientes ya tiene su propio reconocimiento oficial. Desde 1994, por resolución de la Secretaría de Turismo de la Nación, nuestra ciudad ostenta el título de Capital Nacional del Carnaval. No es un slogan de promoción ni un invento del marketing: es una declaración publicada en el Boletín Oficial. Y aunque se hayan presentado proyectos en el Congreso, tanto desde Corrientes como desde Entre Ríos para darle mayor rango legal, ninguno prosperó. Es decir, el título sigue siendo nuestro y sigue vigente.
También es cierto que la Argentina cuenta con varias de fiestas nacionales vinculadas al carnaval. Paso de los Libres tiene la Fiesta Nacional del Carnaval de la Frontera, Esquina cuenta con la Fiesta Nacional del Carnaval Argentino y en otras provincias, como Buenos Aires o Jujuy, existen celebraciones similares. Los títulos, en todo caso, se multiplican; pero lo que no se puede multiplicar es la esencia: solo Corrientes es y será la capital indiscutida del carnaval.
En el fondo, lo que muestra esta discusión es cuánto nos importa a los correntinos nuestra fiesta. El carnaval es una marca de identidad, una bandera que defendemos. Lo mismo ocurrió cuando Federal logró quedarse con el título de Festival Nacional del Chamamé y los correntinos reaccionamos con orgullo. La pasión nos atraviesa, aun a los que no pisan el corsódromo, porque sabemos que el carnaval corre por nuestras venas.
Gualeguaychú, con todo derecho, busca revalorizar su fiesta, que en los últimos años estuvo marcada por conflictos internos y una merma en su brillo. La distinción de Fiesta Nacional es un paso para recuperar prestigio y, al mismo tiempo, apuntalar su aspiración de lograr un reconocimiento internacional en la UNESCO. Pero Corrientes atraviesa otro proceso: el de un carnaval que volvió a resurgir desde adentro, que cada año mejora en organización, infraestructura y espectáculo, y que con el regreso de la competencia provincial busca fortalecerse en toda la provincia.
Por eso, más allá de títulos y declaraciones, lo cierto es que el carnaval correntino no necesita ratificaciones externas para sostener su prestigio. Porque lo gritamos en cada febrero, en cada desfille, en cada comparsero que deja el alma en la calzada: Corrientes es, fue y seguirá siendo la Capital Nacional del Carnaval.
Por Nicolás Alonso